
Verificación de datos: para fomentar el pensamiento crítico
CAZADORES
DE BULOS
Cada vez más plataformas web dedicadas al fact-checking
se postulan como la solución a la desinformación
Como otras muchas formas del periodismo, el fact-checking se ha convertido en una herramienta imprescindible, no solo para contrastar datos, sino también para despertar el pensamiento crítico y reflexivo del ciudadano. Cuando leemos el titular de un medio, o el post de un usuario en redes sociales, o escuchamos directamente a un político, no nos paramos a pensar en las dimensiones y los intereses que hay detrás: la parte de verdad y la parte de mentira que hay tras toda esa información. Y, sin embargo, en una sociedad cada vez más de extremos, esto es algo esencial. Para saber cómo esta desinformación nos afecta y cómo el fact-checking puede ayudarnos a detectarla, hemos hablado con responsables y trabajadores de estas plataformas, en España y América Latina, así como con expertos en análisis de datos y de redes sociales.

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28-A:
la campaña de
la desinformación
Esta última campaña electoral para las elecciones generales ha dejado acontecimientos que han dado mucho de qué hablar. Entre ellos, las reuniones secretas en Ginebra entre Irene Montero, portavoz de Unidas Podemos, el diputado de ERC en el Congreso, Joan Tardà, y el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno (y que presumiblemente lo seguirá siendo), no solo ha cambiado el colchón de la Moncloa, sino que también ha aprovechado la campaña para acudir a sus actos en un nuevo coche oficial, valorado en medio millón de euros; y adquirido, con su permiso, gracias al dinero de los contribuyentes. Y en los mítines de Pablo Casado, presidente del PP, le hemos llegado a escuchar decir cosas como que "si los pobres no pueden costearse un médico, que vayan a un curandero que es más barato". Una afirmación compartida más de 19.000 veces solo en Facebook, el motor de búsqueda más utilizado entre los españoles (48%) para leer, encontrar, compartir y comentar noticias online.
Como esta, muchas otras webs y medios de comunicación han hecho un trabajo intensivo para hacer desaparecer (y si no, reducir la difusión) de este tipo de informaciones falsas. Así, por ejemplo, Maldita atendió más de 250 consultas diarias sobre bulos y desinformación durante el periodo electoral.
"Ha sido una campaña muy intensa en todos los niveles, tanto en desinformación política, como por la parte de bulos que se han movido por redes y web", reconoce Andrés Jímenez, periodista de Maldito Bulo, una subdivisión de Maldita. Él, junto con otros trabajadores de esta plataforma de fact-checking, han coordinado Comprobado, la primera red de medios de comunicación en España que ha juntado 16 redacciones para verificar la información difundida durante la campaña electoral. "Tenemos una plataforma común a la que tenemos acceso los distintos medios. Cuando detectamos una posible desinformación, la subimos. A partir de ahí, todos vamos aportando nuestras pruebas".
¿Cómo ha funcionado Comprobado durante la campaña?
Fuente: Archivo Wikipedia.org.
Formato modificado.
Fuente: Archivo Wikipedia.org.
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Muchas cosas han sucedido durante esta última campaña electoral y, sin embargo, ninguna de las anteriores es cierta. Son bulos o desinformaciones verificados por la plataforma de fact-checking, Maldita.
Comprobado ha realizado un total de 26 verificaciones a lo largo de la campaña, mantiene 65 investigaciones abiertas y cuenta con un equipo de 45 periodistas: "el hecho de que en la misma plataforma, aparezcan medios de comunicación de una tendencia o de otra, refuerza el mensaje final del proyecto. Es más fácil que un medio independentista convenza a un independentista que, que lo haga el ABC", apunta Andrés Jiménez.
Para ellos, la base del éxito del fact-checking radica en crear una comunidad que ayude a difundir los chequeos realizados por la web. Así, siguiendo con el ejemplo anterior, "si tú eres un independentista y una persona que tiene un lazo amarillo en su perfil te dice, con un enlace de Maldito Bulo, 'oye, esto que compartes es falso'; ahí, es mucho más probable que esa persona, por mucho que la hayamos publicado nosotros (la verificación), esté más de acuerdo o haga más caso al desmentido".

Verificado.mx cesó su actividad el 9 de julio de 2018 con más de 5 millones de visitas a su dominio web. Sus posts se compartieron más de 400 mil veces en Facebook y se retuitearon más de 430 mil veces en Twitter. Su última publicación, 'Hasta luego, Verificado 2018', recibió 303 comentarios de agradecimiento por su trabajo de chequeo. "Lo que pasó en la campaña es que todos los medios se dieron cuenta de que la gente consumía más la verificación que la nota del discurso de lo que dijo el candidato. Esto nos ha llevado a que ahora, con el nuevo gobierno, muchos medios están incluyendo notas como 'el presidente dijo tal y es falso'. Esa parte está generando confianza para acercarnos a los ciudadanos", explica Tania L. Montalvo. Así, publicaciones en las que se demuestra cómo una foto de Ricardo Anaya ha sido editada con Photoshop superan las 750 mil visitas, y posts como '¿Cómo buscar por imágenes desde tu celular?' se compartieron más de 20 mil veces en Facebook. "El fact-checking nos está obligando como prensa a regresar a los básicos del periodismo. Confirmar información, contrastarla y no dar nada por hecho simplemente porque el político lo diga".
A la sociedad le interesa más conocer el proceso que demuestra que un político ha mentido, en vez de saber simplemente que lo ha hecho. Una conclusión similar a la que han llegado los medios de comunicación españoles durante estas últimas elecciones generales. "Nos sorprendía que pasasen los años y nadie lo hiciese (el fact-checking), a pesar de que esto fuese una práctica que se lleva haciendo desde hace mucho tiempo y que forma parte del periodismo sin apellidos: el periodismo no es de datos o de verificación, es periodismo a secas". Ana Pastor, periodista y fundadora de Newtral, hace un repaso a los últimos años del periodismo español hasta que empezó a hacer fact-checking en 2013 durante su programa, El Objetivo. "La verificación dentro de los propios medios es algo muy habitual en otros lugares, pero cuando se hace en España, decimos 'ah, que no hacen periodismo y solo corrigen...'. No, la verificación es un control más que tenemos los periodistas dentro y que está muy bien que empecemos a practicar hacia fuera".
Entra dentro del código deontológico del periodista verificar una información para asegurarse de que lo que publica es cierto, es decir, realizar su propio "método de fact-checking". Sin embargo, las necesidades económicas del periodismo, las actuales exigencias del mundo online, basadas en la inmediatez de la información y el clickbait, y las presiones externas, hacen que los medios incumplan (si cabe, todavía más) con sus reglamentos éticos. "La verificación no es un proceso barato", reconoce Ana Pastor. "Nosotros aquí nos dedicamos al fact-checking, pero no solo lo hacemos para nosotros, para Newtral y para la gente que nos sigue; sino también para los medios de comunicación". Se concibe por tanto, no solo como un proceso que debe realizar el periodista, sino además, como un proyecto de agencia de datos.
La primera plataforma que nace con este propósito fue Spinsanity en 2001, un proyecto de tres estadounidenses recién graduados, creado con la intención de "desentrañar afirmaciones engañosas de políticos, expertos y prensa". A pesar de que la página cerrase en 2004, fue el inicio de un movimiento que, a día de hoy, cuenta con 227 sitios web repartidos por todo el mundo, dentro de la Red Internacional de Fact-Checking (IFCN, de sus siglas en inglés), de donde obtiene su código de principios, basado en la transparencia. Algunas de estas plataformas se integran dentro de medios de comunicación tradicionales, como es el caso de La Chistera, de El Confidencial (España), o El Sabueso, de Animal Político (México). Otros, nacen desde un primer momento con el objetivo de ser esas agencias para la verificación de datos. Es el caso de Maldita (España) o Chequeado (Argentina). Para su directora, Laura Zommer, el fact-checking busca evitar que la sociedad se convierta en lo que ella denomina "idiotas útiles al servicio de la desinformación": "la apuesta de Chequeado es aportar datos abiertos y verificados para la discusión pública, suponiendo que la deliberación democrática es un valor y que las opiniones diversas son un valor. Sin embargo, si esas opiniones se obturan porque no ponen un punto de acuerdo mínimo, entonces termina no siendo deliberación democrática".
La apuesta por regresar
a los básicos del periodismo

Fuente: Archivo Wikipedia.org.
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Una filosofía colaborativa que comparte con Verificado.mx, un proyecto de fact-checking latinoamericano que surgió en 2018 con la intención de "resolver los mitos en torno a las elecciones" de México, tal y como afirma su coordinadora, Tania L. Montalvo, también editora general del medio de comunicación Animal Político en el país. "Les propusimos una marca que iba a ser colaborativa, una marca que no era de ningún medio y que no íbamos (el equipo de Animal Político) a explotar comercialmente".
El proyecto unió a 80 "aliados", entre los que participaron medios de comunicación, universidades de todo el país y organizaciones de la sociedad civil. Este modelo combinó la gestión automatizada de datos y el trabajo colectivo con un objetivo: recuperar la confianza de la sociedad en los medios de comunicación. "Existe mucha desconfianza de los ciudadanos hacia la prensa. Es algo que no podemos negar y, en un ambiente político electoral, todavía más. El objetivo fue priorizar esta confianza".
¿Cuál fue la estrategia de Verificado.mx?
Según el Digital News Report de la agencia Reuters, apenas la mitad de la población mexicana confía en sus medios de comunicación. En España, el resultado es aún peor: solo el 44% de los internautas cree que puede fiarse habitualmente de las noticias, frente a un 30% que afirma que no. Se apoyan en la manipulación informativa (77%), las noticias inventadas por una razón política o comercial (73%) y el periodismo de mala calidad (68%) para sustentar esta argumentación. "Hay una lógica cada vez más asentada de no confiar en las viejas organizaciones, que me parece en algún punto, saludable, porque si nos defraudan o nos engañan, está bien que se les juzgue. Yo creo que, cuanto más asuma el periodismo, no sé si el método de fact-checking en sí, pero algunas de sus reglas, más chances tendrá de reconciliarse con la ciudadanía".
Es la apuesta de Laura Zommer, directora de Chequeado, una web con sede en Argentina y de referencia global dentro de la verificación de datos. "¿Puede el fact-checking ser una manera de que el periodismo recupere la confianza de la ciudadanía? Yo no sé si el fact-checking en sí, pero sí el planteamiento que hemos hecho, de que el periodismo necesita tener toda la transparencia o incluso más que la que le exige a terceros".
La confianza de los usuarios en las noticias desciende por tercer año consecutivo
La tensión política y social está afectando a la credibilidad de los medios de comunicación, según el último Digital News Report. A pesar de que la visión decadente es global, España es uno de los países que peor parado sale del estudio: menos de la mitad de la población confía habitualmente en las noticias y un 30% asegura que no puede confiar en ellas. Una caída de siete puntos en la confianza con respecto al año anterior y tras tres años de subidas. Los que más se informan a través de medios digitales y los menores de 24 años, son los más escépticos. Para saber más, haz clic aquí.

Fuente: Archivo Wikipedia.org.
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Los riesgos de
una sociedad
polarizada
No es una novedad que vivimos en una burbuja informativa. Desde antes de que nacieran las redes sociales, el ser humano siempre ha tendido a ver, no tanto lo que necesita, sino lo que quiere. Una teoría con una fundamentación neuroquímica, conocida científicamente como 'sesgo de confirmación' o 'recolección selectiva de evidencias', que prueba que las personas buscan aquella información que confirma sus creencias personales. Un caldo de cultivo que se ha radicalizado en grupos privados de Facebook o Whatsapp y que se fomenta en redes sociales públicas como Twitter, o motores de búsqueda como Google. Según el Informe #FAKEYOU de la plataforma activista Xnet, que lucha por los derechos digitales, estos gigantes tecnológicos "crean un universo único para cada usuario, exacerbando las tendencias ideológicas y anímicas que ha interpretado el algoritmo según su edad, ubicación, gustos, etc.". La desinformación y los bulos encuentran en este contexto un altavoz para su difusión.
James Ball, periodista de The Guardian, plantea que "un usuario que se ha creído un fake no malgastará su tiempo en leerse un artículo en el que se contrasta esa información". La solución que propone el fact-checking pasa por poner al usuario en el centro de la verificación. Así, plataformas como Maldita en España apuestan por sus comunidades en redes, "porque van a intentar, al menos, reducir uno de los principales riesgos de la desinformación, que es que se viralice mucho más que el propio desmentido", apunta Andrés Jiménez. En ese aspecto, España no va mal encaminada. Según el último Eurobarómetro para el país, 8 de cada 10 españoles considera la desinformación un problema para la democracia y un 79% reconoce haber detectado alguna.
"Es imposible que, nosotros como usuarios, pretendamos detectar todos los bulos e intentar que toda la información que consultamos sea verdad. Lo que sí podemos hacer es tomar medidas y entender que determinados contenidos son mucho más probables que no sean verdaderos", asegura Borja González de Mendoza, cofundador de Séntisis, una entidad dedicada al análisis del lenguaje en redes sociales. Esta comprensión pasa por la autoformación.
¿Cómo podemos, como usuarios de redes, empezar a detectar o a evitar la información falsa, gracias al fact-checking? "Involucrar a los ciudadanos para que también ellos sean conscientes de lo grave que es compartir noticias falsas y consumir contenido chatarra", responde Tania L. Montalvo. "Estamos haciendo materiales educativos que, más allá de decirles que están difundiendo mentiras, les ofrece la información que existe sobre un tema y les permite sacar sus propias conclusiones con datos verdaderos. Así, cuando tú veas la desinformación circulando, no sea yo quien te diga 'eso es falso', sino que tú puedas generar tu propio juicio".
¿Cómo colocar un bulo en redes sociales? Un experimento de El Confidencial
El Confidencial hizo un experimento en 2017 con el que demostró la facilidad que tiene un usuario de colocar un bulo en Internet de forma fructífera. Para ello, creó a Manuel de Blas, un perfil falso en Facebook con el fondo de una bandera española y atraído "por el régimen que sufría España justo antes de la democracia", tal y como lo describieron los redactores del diario digital.
El algoritmo de esta red social propuso a Manuel, perfiles y grupos con intereses similares. Esos perfiles le llevaron a otros, y esos grupos, a otros nuevos (algunos, privados o secretos).
Para terminar el experimento, publicaron en uno de esos grupos "la guinda del pastel": una noticia satírica con un titular inventado, que decía que España sería el destino preferido de los musulmanes si el Brexit se acabase produciendo.
"En un día, obtuvo 100 reacciones, se compartió 71 veces y registró 45 comentarios", aseguran desde el periódico; y todos ellos, negativos. Nadie se paró a chequear la información que se publicaba, "a pesar de que procede de un medio desconocido que no hace ninguna referencia a la fuente original de la encuesta falsa. Basta una revisión de un minuto para comprobar que la información hace aguas por ambos flancos", explican.
Los organismos de fact-checking y otras instituciones advierten del riesgo global de no contrastar la información y de encerrarnos en "echo-chambers" o "burbujas informativas" digitales. A pesar de que ya empiezan a existir métodos para evitar o ayudar a detectar estos bulos, recae en el usuario fomentar o no esta práctica.
"Antes de hacer retuit, antes de compartir, contemos hasta cinco"
- James Ball, periodista de The Guardian
Apostar por el fact-checking implica apostar por el pensamiento crítico. "La desinformación no se resuelve solo con un algoritmo, sino mejorando la capacidad crítica de la sociedad y dándole herramientas", recomienda Antonio Vargas, Manager de Relaciones Públicas en Google España. Cada vez más, gigantes tecnológicos como Google, Twitter o Facebook se están asociando con las plataformas de fact-checking para impulsar instrumentos globales de autoformación para que el ciudadano pueda detectar los bulos y la desinformación que ve y difunde por redes sociales.
"Somos un medio de verificación, sí, pero también somos una plataforma que busca dotar a las personas de herramientas para que sean totalmente autodidactas en la verificación", apunta Andrés Jiménez. Para ello, las plataformas de fact-checking y otras instituciones que, de la mano o no, también están empezando a apostar por el escepticismo crítico; ofrecen consejos y utensilios de uso sencillo cada vez más imprescindibles en esta, que llaman algunos, "Era de la Posverdad" y que pretenden revalorizar la razón frente a la emoción.


Las tres funciones del fact-checking:
formar, formar y formar
El Oxford Dictionaries eligió "post-truth" 'palabra del año en 2016'. Del inglés, "posverdad" o "posfactual", se refiere a "aquellas situaciones en las que los hechos objetivos influyen menos en la opinión pública que las emociones o las creencias propias".
El modelo del fact-checking actual queda lejos de la mera "verificación de datos" para la que fue creado en un primer momento. Una responsabilidad que, en el ámbito online, se quiere delegar en la Inteligencia Artificial. Las plataformas de fact-checking han evolucionado mucho en los últimos dieciocho años y se encuentran actualmente en un punto que en Argentina denominan coloquialmente "el dilema del pionero". "Estamos en ese momento en el que nos encontramos, no huérfanos, pero sí en un área un poco nueva... El dilema del pionero dice '¿estará bien este camino, o estará mal?'", explica Laura Zommer. Ese camino pasa por fomentar un cambio en los tres agentes del nuevo ecosistema posfactual: la ciudadanía, las élites políticas y el periodismo. Un cambio que parece que se empieza a asentar.
En Argentina, es común que cada primero de marzo, el presidente dé un discurso público para abrir las sesiones del Congreso. La plataforma de fact-checking Chequeado lleva ya siete años verificando este discurso en vivo y de forma colectiva de la mano de expertos. Días antes de que el discurso se produzca, contactan con la oficina de prensa de presidencia para pedirles los datos que vayan a utilizar con antelación. "Los primeros años, no nos daban pelota. El año pasado, nos pasaron frases y fuente. Este año, nos pasaron frases, fuentes y funcionario responsable del dato, con el mail de la persona que era encargada de ese dato", explica Laura Zommer.
A lo largo de estos siete años, Chequeado se hizo eco de estas verificaciones a través de redes sociales y medios de comunicación. "Lo que muestra es que, por lo menos, ellos tomaron nota de que hay alguien que les escucha y les está controlando. Algunos líderes en
Argentina son más cuidadosos, no cuando hablan de sus opiniones, que son completamente libres, pero cuando hablan de hechos". De esta forma, el fact-checking no solo verifica errores y mentiras de políticos, sino que también se postula como un vigilante de los poderes públicos.
Una estrategia de trabajo que se basa en el escepticismo crítico, en poner en duda la veracidad de una información. "Los datos, son datos siempre y si son mentira, lo son, los diga quien los diga. Que ellos mienten (los políticos) - son seres humanos, todo el mundo miente - es una parte, pero la parte importante es si esa mentira tiene un coste", asegura Ana Pastor.
La educación y la concienciación son pilares fundamentales para las plataformas de fact-checking para detectar la desinformación. Una metodología que deja completamente desfasado el modelo tradicional del periodismo, en el que el periodista simplemente le dice a los ciudadanos cómo son las cosas y ellos se las creen. En su libro Flat Earth News, el periodista británico Nick Davies asegura que "el error del periodismo ha sido - por razones económicas y por no haber sabido incorporar óptimamente las nuevas tecnologías - convertirse en opinión y centrarse en el reciclaje de información, para reducir costes. Como el propio periodismo ha bajado la guardia, quienes han utilizado las nuevas tecnologías con otros propósitos están ganando la partida".
¿Qué actores deberían implicarse en
ayudar a diferenciar entre noticias veraces y falsas?
La población española es tajante. Según el último Digital News Report, son los medios de comunicación y periodistas, los gigantes tecnológicos como Facebook o Google y los gobiernos e instituciones públicas (un agente que las plataformas de fact-checking prefieren que se quede al margen), los que deben buscar soluciones que reviertan el contexto de desinformación en el que se encuentra España.
En España, la población responsabiliza a políticos, medios de comunicación y redes sociales de propagar la desinformación y los bulos. Sin embargo, preguntados sobre quién debería ayudarles a diferenciar entre información veraz y falsa, la amplia mayoría (84%) eligió a los medios informativos y a los periodistas. Por lo tanto, con la verificación de datos automatizada a la vuelta de la esquina, es necesario que periodismo y fact-checking se den la mano para impulsar el pensamiento crítico en la sociedad, promover herramientas que ayuden a los usuarios "a que no nos la cuelen" y apoyarse para recuperar la confianza en los medios de comunicación. Junto a esos primeros pasos, será también nuestra labor, como ciudadanos, dejar que nos enseñen y "predicar con el ejemplo".
¿Quieres saber más?

CONOCE A...
Dos plataformas de fact-checking de referencia en América Latina, un continente pionero en el fenómeno de la polarización y desconfianza mediática. A la cabeza, respectivamente, Laura Zommer, directora de Chequeado, y Tania L. Montalvo, coordinadora de Verificado.mx (web inactiva tras las últimas elecciones mexicanas de 2018) y editora general de Animal Político, un medio de comunicación del país bajo el que trabaja El Sabueso, su propia web de chequeos.
De la mano de Newtral, Ana Pastor, una de las caras más destacadas del periodismo actual en España, arrancó el primer proyecto de fact-checking en 2013 durante su programa El Objetivo, cuando nadie más lo hacía en España. Fue una de las plataformas adheridas a Comprobado, el "Verificado.mx" de España en estas últimas elecciones generales. Andrés Jiménez, periodista de Maldito Bulo, una subdivisión de Maldita, nos cuenta la estrategia de trabajo de ambos proyectos de verificación.
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